Corría el año de 1906 cuando México vivió un acontecimiento que terminó en tragedia. Los mineros trabajaban para sobrevivir en un mundo plagado de abusos e injusticia. El 1º. De junio no soportaron mas la ignominia del patrón inglés que se paseaba orgulloso y altanero por entre las caras sucias y los corazón angustiados de aquellas frágiles almas desafortunadas, pero que también estaban dotadas de un nacionalismo y un deseo vehemente de cambiar esa situación desgarradora.
Con una actitud de incertidumbre y la vez valiente se reunieron en secreto para desplegar ante el infame cacique sus peticiones más sentidas, lo hicieron al mismo tiempo que cerraron aquel túnel fuliginoso que dotaba de riqueza a una compañía extranjera y dejaba sumida en la pobreza aquella escondida comunidad rural del norte de México.
Cobarde y cruel fue la actitud de la administración de la empresa minera, que decidió levantar las armas contra aquellos hombres y mujeres que exigían un mejor nivel de vida para sus retoños y mas oscuras quedaron sus peticiones cuando vieron que la única esperanza de ver la luz, les negó su cobijo, -"¡maldito sea el gobierno!" -gritaban encalorados los mineros mientras algunos lloraban de rabia su desdicha.
Mas solos que nunca murieron aquellos mineros, asi como mueren los arboles: de pie, dejando a su suerte a su pueblo, pero con el orgullo de haber escrito en las páginas de la historia el preámbulo de UNA REVOLUCIÓN ARAMADA.
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